28-30 La reconciliación sacramental

Fichas 28-30

LA RECONCILIACIÓN SACRAMENTAL

TEMA: La misericordia de Dios se manifiesta en el sacramento de la Reconciliación. 

Objetivo: Reconocer a Dios como nuestro Padre, amoroso y bueno que está ansiosamente esperando a que volvamos a Él.

Atención: Al comenzar este tema, avisar a los coordinadores para que organicen con los sacerdotes la confesión de los chicos del grupo cuando terminen la ficha 29.

Introducción general

Como otros, también el IV sacramento tiene varios nombres:

  1. "Sacramento de la conversión: porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (ver Mc 1,15), el regreso al Padre (ver Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado" (CIC 1423a).
  2. "Sacramento de la penitencia (arrepentimiento): porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de penitencia (arrepentimiento) y satisfacción por parte del cristiano pecador" (CIC 1423b). Estos dos primeros aspectos los veremos en la Ficha 28.
  3. "Sacramento de la confesión: porque la declaración, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador" (CIC 1424a).
  4. "Sacramento de la indulgencia (perdón): porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente la indulgencia (perdón) y la paz" (CIC 1424b). Estos dos aspectos los veremos en la Ficha 29.
  5. "Sacramento de la reconciliación: porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: "Déjense reconciliar con Dios" (2Cor 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24)" (CIC 1424c). Este último aspecto lo veremos en la Ficha 30.

"La penitencia mueve al pecador a soportarlo todo generosamente; en su corazón, contrición (arrepentimiento); en la boca, confesión; en la obra, toda humildad y fructífera satisfacción" (Estudiar Catecismo Romano II,IV,VII; ver Doctrina del sacramento de la Penitencia, cap. III)". (CIC 1450)

Ficha 28: El arrepentimiento 

Fecha estimada: Semana XXXIII de Tiempo Ordinario

Bienaventuranza relacionada: Bienaventurados los que lloran.  

Dinámica: Las palabras clave 

Esta es una dinámica para empezar a hablar acerca del sacramento de la Reconciliación. 

Los chicos deberán pensar el significado de diversas palabras en grupo.

Preparativos: Se divide a los chicos en grupos de 3 ó 4. A cada grupo se le entregan 10 tarjetas con las siguientes palabras clave. No poner lo que está entre paréntesis, sólo figura para que vos catequista sepas el significado que le vamos a dar posteriormente.

  • Padre (Jesús)
  • Hijos (Pecadores)
  • Casa (Iglesia)
  • Decir (Confesar)
  • Malgastar (Pecar)
  • Regresar (Arrepentimiento)
  • Abrazo (Reconciliación)
  • Vestidura (Perdón)
  • Comida (Eucaristía)
  • Hermano (Prójimo)

Desarrollo: La dinámica se puede hacer de 2 maneras:

Opción 1: Los grupos arman una o varias frases, de modo que usen las 10 palabras clave. Después escriben esa frase en un afiche. Las 10 palabras no las escriben, sino que pegan en su lugar las tarjetas correspondientes. Después de 20 minutos se reúnen los grupos y ponen en común la o las frases que armaron.

Opción 2: Cada grupo, con un afiche y las 10 palabras clave, arman un póster, escribiendo las palabras en el orden y el tamaño que quieran. Tienen total libertad para hacer dibujos y poner frases que den sentido a las 10 palabras claves. Luego se juntan los grupos y se explican el significado de sus pósters.

Entre todos se analiza los afiches de cada grupo y los frases que armaron. 

Reflexión: A partir de ahí vos catequista hablá acerca de la relación de la misericordia de Jesús con el sacramento de la Reconciliación y motivando a los chicos a acercarse con mayor fe y menor miedo a la Confesión, ya que es Dios mismo el que confiesa y perdona nuestros pecados. Para esto, andá analizando con ellos la siguiente imagen de Jesús crucificado, de la que salen rayos blancos y rojos de su corazón: 

-Leerles Jn 19,31-34 (Que todos sigan la lectura desde sus biblias). 

-Explicá que los rayos rojos que salen de Jesús crucificado significan su sangre, y los rayos blancos significan agua.

Preguntáles ¿Qué puede significar que salgan rayos de sangre y rayos de agua? ¿qué significa la sangre y el agua? ¿puede salir de nosotros sangre y agua como salen de Jesús?  

-El agua lava y purifica, lava nuestras manchas, riega nuestros corazones, da vida a nuestras almas. Relacionar con el agua del Bautismo (Tendrían que recordar de esa ficha).  

-La sangre también da vida, la sangre salva, “este es el cáliz de mi sangre, sangre de la Alianza nueva y eterna, que se derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. Es la sangre de Cristo, la que derramó en la Cruz muriendo por nosotros. 

El agua significa así el sacramento del Bautismo que se nos dio para renacer en Cristo. La sangre significa el sacramento de la Eucaristía, la Misa, que se nos dio para permanecer en Él.

El Amor Misericordioso de Jesús lava, purifica y transforma nuestros propios corazones. Pero para que esto pueda suceder debemos abrirnos y querer ser transformados.

Parábola del hijo pródigo  

Introducción para los catequistas:

"El movimiento de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo", cuyo centro es "el padre misericordioso" (Lc 15,11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar puercos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los puercos; la meditación sobre los bienes perdidos; la penitencia (arrepentimiento) y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del regreso; la aceptación generosa por parte del padre; el gozo del padre: todos estos son lineamientos propios del proceso de conversión. Las hermosas vestiduras, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre regresado a Dios y al seno de la familia de Él, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo, que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza." (CIC 1439)

Desarrollo:

Esta primera parte de la parábola tiene 3 secciones importantes, en la primera sección el hijo menor se aleja de su padre (vv. 11-19), en la segunda sección, regresa (vv. 20-21) y en la tercera sección es perdonado por su padre (vv. 22-24). Es conveniente que analices bien las dos primeras partes con los chicos.

(1) Comenzá leyéndoles el Evangelio: Lc 15,11-24

(2) Después anda haciendo la reflexión mezclando las preguntas a los chicos y tus comentarios de catequista, según lo que figura a continuación:  

1ra sección (Lc 15,11-19):

Esta primera sección es sobre el pecado. Podemos por lo tanto relacionar con lo que se compartió en las fichas sobre el pecado.

  • Preguntales: ¿Por qué se va el hijo?  
  • Reflexión: El hijo elige irse. Esto es importante ya que no es el padre el que lo aparta y lo echa, sino el propio hijo que decide alejarse y hacer su vida aparte. 
  • Preguntales: (a) El padre le da todos los bienes y el hijo los malgasta ¿qué bienes nos da Dios Padre? ¿qué hacemos con esos bienes? ¿qué hacemos con nuestra libertad, nuestra sexualidad, nuestras amistades, nuestras familias, etc.? (b) El hijo empezó a vivir en la miseria. ¿Qué significa esto en nuestras vidas?  
  • Reflexión: Vivir apartados de Dios es vivir sin un sentido que ordene y guíe nuestras vidas.  
  • Preguntales: Al hijo le costó tomar la decisión de volver y creyó que el padre lo iba a tratar como a uno de sus siervos. ¿Cómo es nuestra actitud antes de ir a confesarnos? ¿cómo creemos que está Dios frente a nuestro pecado? ¿cómo nos parece que espera nuestro arrepentimiento?
  • Reflexión: Dios Padre nos ama y espera con amor a que volvamos a Él.  

2da sección (Lc 15,20-21):

La segunda sección de la lectura es sobre la conversión y arrepentimiento.  

  • Preguntales: (a) ¿Cómo es la actitud del hijo menor al regresar a su casa? (b) ¿Cómo nos recibe Dios? ¿Por qué nos recibe así?
  • Reflexión: Terminar relacionando el regreso del hijo menor con el arrepentimiento que debemos tener cuando decidimos confesarnos. Para esto estudia el siguiente texto del Catecismo:
1432 "El corazón del hombre es torpe y endurecido. Es necesario que Dios dé al hombre un corazón nuevo (ver Ez 36,26-27). La conversión es en primer lugar una obra de la gracia de Dios que hace que nuestros corazones regresen a Él (ver Lam 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar otra vez. Nuestro corazón, al descubrir la magnitud del amor de Dios, se estremece ante el horror y el peso del desorden del pecado y ahora comienza a temer que los pecados agravien a Dios y ser separado de él. El corazón humano se convierte mirando a Él, a quien nuestros pecados traspasaron (ver Jn 19,37 y Za 12,10). «Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y conozcamos cuán preciosa es al Dios y Padre suyo, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvación, ha obtenido para todo el mundo la gracia de la penitencia y de la conversión» (San Clemente Romano, Carta a los Corintios 7, 4)."

-A continuación contale a los chicos que con este encuentro el grupo comienza un camino de preparación al sacramento de la Confesión. 

Adoración eucarística

La dinámica de esta adoración eucarística será meditando la oración del "Pésame". Andá intercalando la lectura de la meditación de cada una de las 5 partes de la oración (hacéla vos o alguien que lea realmente bien) con música de adoración para que los chicos puedan interiorizar y rezar con esta oración que los acompaña para la preparación de su confesión. La duración aproximada es de 35 a 45 minutos.

El objetivo es que interioricen que la primera parte del sacramento, comienza en nuestro corazón, cuando se convierte y le duele en el alma haber pecado contra Dios, y comienza así a regresar a Dios. Este dolor del alma lo llamamos con una sola palabra: "contrición".

Preparar unos carteles con letras en color morado con el título de cada una de las 5 partes, para ir colocándolos cerca del Santísimo al comienzo de cada parte.

Pedir con tiempo al sacerdote, diácono o ministro que haga la exposición del Santísimo.

Música para cuando se saca al santísimo del sagrario: "Qué bien se está aquí" de Athenas.


 

1. “Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido”

1431 "La penitencia interior (arrepentimiento) es una redirección radical de toda la vida, un regreso, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, un parar de pecar, una aversión al mal, con una repugnancia hacia las malas acciones que cometimos. Simultáneamente, implica la opción y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y con confianza en la ayuda de la gracia. Esta conversión del corazón acompañada de dolor y tristeza saludables fue llamada por los Padres "contrición" (estudiar también Doctrina del sacramento de la Penitencia, cap. IV y Cánones de la Penitencia, can. V; Catecismo Romano II, IV, V).

1451 Entre los actos del penitente, en primer lugar está la contrición. Es "un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con el propósito de no volver a pecar" (Estudiar Doctrina del sacramento de la Penitencia, cap. IV).

982 No hay ninguna culpa, por grave que sea, que la Iglesia no pueda remitir (perdonar). "No hay nadie, por perverso y culpable que fuere, que si verdaderamente está arrepentido de sus errores, no deba contar con la esperanza cierta del perdón" (Estudiar Catecismo Romano, I, X, III). Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que en su Iglesia siempre estén abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado (cf. Mt 18, 21-22).

Música: Volver a vos (versión Coro Salesiano)


2. “Pésame por el infierno que merecí”

1492 La penitencia (también llamada contrición) debe estar inspirado en motivos que brotan de la fe. Si la penitencia es concebida por amor de caridad hacia Dios, se le dice “perfecta”; si está fundada en otros motivos, se le llama “imperfecta”.

1453 La contrición que se llama "imperfecta" (o "atrición") es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de otras penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que, bajo la acción de la gracia, culmina en la absolución sacramental. Por sí misma, sin embargo, la contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia (Estudiar Doctrina del sacramento de la Penitencia, cap. IV; Cánones de la Penitencia, can. V).

1033 No podemos estar unidos con Dios salvo que elijamos libremente amarlo. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos (ver 1Jn 3,14-15). Nuestro Señor nos amonesta que estaremos separados de Él, si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (ver Mt 25,31-46). Morir en pecado mortal sin penitencia (arrepentimiento) ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer, por nuestra propia y libre elección, separados de Él eternamente. Este estado de "autoexclusión" definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".

1034 Jesús con frecuencia habla  de la "gehenna" y del fuego inextinguible (ver Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida recúsan creer y convertirse, y donde se puede perder simultáneamente el alma y el cuerpo (ver Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a los hombres a sus ángeles y quitarán de su Reino a todos los que comenten iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y él mismo pronunciará la condena (ver Mt 25, 41).

1035 La doctrina de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de aquellos que mueren en estado de pecado mortal, inmediatamente después de la muerte descienden a los infiernos, allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (ver DS 76; 409); 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Pablo VI, Solemne Profesión de fe, 12). La principal pena del infierno consiste en la eterna separación de Dios en quien únicamente puede el hombre tener la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.

1036 Las afirmaciones de la sagrada Escritura y la doctrina de la Iglesia relativas al infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen simultáneamente un llamamiento urgente a la conversión (ver Mt 7, 13-14): «Como en verdad no sabemos ni el día ni la hora, según el consejo del Señor es necesario estar constantemente vigilantes para que, terminado el curso de nuestra vida terrestre, mereceremos entrar con Él en las nupcias y ser contados entre los benditos y no nos manden ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes» (LG 48).

1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (ver DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en ella hasta el final. La Iglesia en la liturgia eucarística y en las oraciones cotidianas de sus fieles, implora la misericordia de Dios, que no quiere "que nadie perezca, sino que todos lleguen a la penitencia (conversión)" (2Pe 3,9).

1861 El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana, como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por la penitencia (arrepentimiento) y el perdón de Dios, produce la exclusión del Reino de Dios y la muerte eterna del infierno, de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones definitivas, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar que un acto es en sí una culpa grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios.

1864 “Todo pecado y blasfemia será remitido (perdonado) a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu no será remitida (perdonada)” (Mt 12, 31; Cf Mc 3,29; Lc 12,10). La misericordia divina carece de límites, pero quien rechaza deliberadamente recibir la misericordia de Dios por la penitencia (arrepentimiento), rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (Cf Juan Pablo II, Carta enc. Dominum et vivificantem, 46). Tal endurecimiento puede conducir a la impenitencia final y a la condenación eterna.

Música: "Bienvenida tu misericordia" de Pablo Martínez.


3. Pésame “por el cielo que perdí”

2795 El símbolo de los cielos nos remite al misterio de la Alianza en el que vivimos cuando oramos al Padre. Él está en los cielos, esa es su morada, la casa del Padre es, por tanto, nuestra “patria”. De la tierra de la Alianza el pecado nos ha exiliado (ver Gn 3) y hacia el Padre, hacia los cielos, la conversión del corazón nos hace regresar (ver Jr 3,19-4,1a; Lc 15, 18.21). En Cristo se han reconciliado cielos y tierra (ver Is 45,8; Sal 85,12), porque el Hijo “ha descendido de los cielos”, solo, y nos hace ascender a ellos con Él, por su cruz, su Resurrección y su Ascensión (ver Jn 12,32; 14,2-3; 16,28; 20,17; Ef 4,9-10; Hb 1,3; 2,13).

Música: "El cielo para ti" de Athenas.


 4. “Pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos”

1432 Nuestro corazón, al descubrir la magnitud del amor de Dios, se estremece ante el horror y el peso del desorden del pecado y ahora comienza a temer que los pecados agravien a Dios y ser separado de él. El corazón humano se convierte mirando a Él, a quien nuestros pecados traspasaron (ver Jn 19,37; Za 12,10).

1428 Este esfuerzo de conversión no es una obra sólo humana. Es el movimiento del "corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (ver 1Jn 4,10).

1429 Lo atestigua la conversión de san Pedro tras la triple negación de su Maestro. La mirada de infinita misericordia de Jesús provoca las lágrimas de penitencia (arrepentimiento) (Lc 22,61) y, tras la resurrección del Señor, la triple afirmación de su amor hacia Él (cf Jn 21,15-17).

1452 La contrición, cuando proviene del amor de Dios amado sobre todas las cosas, se llama "perfecta" (contrición de caridad). Tal contrición remite (perdona) las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si implica el firme propósito de recurrir lo antes posible a la confesión sacramental. (Estudiá Doctrina del sacramento de la Penitencia, cap IV).

Música: "Al contemplarte en la Cruz" de Athenas.


5. “Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado.”

1490 El movimiento de retorno a Dios, que se llama conversión y penitencia (arrepentimiento), implica un dolor y una aversión respecto a los pecados cometidos, y el firme propósito de no volver a pecar en el futuro. La conversión, por tanto, se refiere al tiempo pasado y futuro; se nutre de la esperanza en la misericordia divina.

Música: "Siempre te amaré" de Athenas.


ORACIÓN FINAL 

(prepará para que todos tengan una copia para rezar juntos)

Jesús, amigo de los pecadores y publicanos, tú has venido para salvar no a los justos sino a los pecadores y has querido darnos la prueba de tu amor tan grande y de la abundancia de tu misericordia, aceptando morir por nosotros mientras éramos aún pecadores. Vuelve tu mirada de bondad sobre nosotros, y, después de que hayamos gustado la amargura purificadora de la humillación, acógenos en tus brazos, llenos de misericordia paterna, y transforma con tu perdón el barro del pecado en traje de gloria.

Padre nuestro...

Música final, mientras se guarda el Santísimo en el sagrario: "Adorándote" de Celinés Díaz.


El sacramento de la Reconciliación, a través de la gracia que le es propia y con la ayuda de la dirección espiritual, no solamente refuerza la capacidad de resistencia al mal, sino que confiere energía para levantarse después de una caída.

Ficha 29: La confesión  

Atención: Esta ficha es para hacer en el encuentro inmediatamente anterior a la confesión de Adviento. 

Fecha estimada: Semana de Cristo Rey

Bienaventuranza relacionada: Bienaventurados los que tienen el corazón puro.

Dinámica: La soga  

Objetivo: resaltar la importancia del sacramento de la Reconciliación y alentar a los chicos a ir a confesarse.

Preparación

-Representamos a la gracia como una soga. La soga deberá tener mas o menos 4 metros y no deberá ser muy gruesa para que se pueda cortar con una tijera. Deberás llevar 1 ó 2 tijeras.

-Vos catequista prepararás el salón antes del encuentro, formando un círculo grande de sillas, sin nada en el medio. 

-Pondrás en el medio del círculo 2 sillas separadas con una distancia de 3 metros, o más si es posible. Atarás a cada silla un extremo de la soga, bien atada para que no se salga. La soga deberá estar tensa entre cada silla. 

Desarrollo

-Comenzar diciendo a los chicos algo así: "Esta soga es la que los une con Dios. Imaginen sus vidas en una silla y a Dios en la otra silla. Están en unión con Él por medio de la gracia que nos otorga, y así pueden recibir su amor. Es una unión con Dios. Cuando pecamos, nosotros mismos cortamos esa unión con Dios. Nosotros somos libres de elegir que esa soga permanezca como está o que se corte. Nosotros mismos somos los que cortamos esa unión".  

-Invitar a alguno de los chicos del grupo a cortar la soga con una tijera.

-Pedir a los chicos que relacionen la dinámica con el pecado. Preguntar: Recordando las fichas sobre el pecado ¿Mediante qué actitudes los seres humanos cortan la unión con Dios?

-Luego vos catequista explicarás que está el pecado, pero gracias a Jesús, tenemos una forma de volver a unirnos con Dios: Es mediante el sacramento de la Reconciliación o Confesión. Basta arrepentirnos y acercarnos a confesarnos para que volvamos a estar unidos a Dios. 

-Entonces vos catequista harás un nudo uniendo los extremos de la soga donde fue cortada.

-Luego pedí a cada uno de los chicos que hagan lo mismo, que corten la soga y después la vuelvan a unir: Irán notando que cada vez que se hace el nudo deberán acercar las sillas para poder volver a unir la soga.

-Conclusión de la dinámica: Explicá que cada vez que pecamos cortamos esa soga que nos une a Dios. Cuando nos confesamos, Dios nos reconcilia con él y vuelve a unirnos a él, de esta manera si perseveramos en la humilde confesión de nuestros pecados, estaremos cada vez más cerca de Dios.

Puesta en común: Hablá con los chicos si les cuesta ir a confesar sus pecados y porqué, qué es lo que impide que se acerquen al sacerdote. 

Generalmente tienen miedo de acercarse a confesarse, a decir sus pecados al sacerdote. Pero deben tener en cuenta que no es el sacerdote el que perdona, sino Jesús, y es a Él a quien nos dirigimos en el sacramento de la confesión.  Tenemos que ver nuestra confesión como un acercamiento a la misericordia de Dios. Es así como recibimos la gracia, nuestros pecados quedan perdonados y curados sus efectos en muchos casos. Tenemos que ver a Dios como un Padre Misericordioso (Lc 15,11-24) amoroso y bueno, que no se enoja con nosotros, sino que espera con amor que vayamos a Él, y que sale a nuestro encuentro cuando estamos perdidos (Lc 15, 4-7).

Preparación a la Confesión

Objetivo: Facilitar que los chicos hagan su examen de conciencia a la luz de la Palabra de Dios, para que puedan pedir perdón de todos sus pecados en la Confesión.

Lugar: en la capilla 

Ambientación: Delante del altar poné un crucifijo grande y con la frase: "Tu misericordia no tiene fin". 

Sugerencias: A diferencia de otras dinámicas en clima meditativo, aquí es esencial que los chicos sigan las lecturas desde sus biblias. Debido a que son varias lecturas, para agilizar la búsqueda, sería bueno o que les des a cada uno una tarjeta con todas las citas que se van a ir usando, o que las pongas en un afiche con letra visible para todos. Sería bueno que prepares todo para que se puedan sentar todos en el suelo y cada uno separado del otro, pues lo que van a reflexionar es muy íntimo. Cada uno debe estar con su Biblia y su cuaderno para anotar la palabra que más le llame a pedir perdón.

-Comenzá proclamando 1Jn 1,8-2,2 y leyendo el CIC 1455.

-Pasar la siguiente canción ("Claro" de Kairy Marquez) y entregá una copia de la letra a cada uno:


-Proclamá Rom 12,9-21

-Avisá a los chicos que vamos a hacer un ratito de silencio para que puedan repasar personalmente la lectura. 

-Luego seguí con la proclamación de Rom 13,8-14

-Hacé otra pausa de silencio.

-Terminá esta parte proclamando Rom 14,7-13

-Mientras meditan personalmente, poné de fondo la canción "Renace la vida y el corazón" (versión Pascua Joven): 

 

-Proclamá 1Cor 13,4-7

-Hacé una pausa de silencio. 

-A continuación proclamá Gal 5,13-26

-Ahora poné de fondo la canción "Déjate" (versión Coro Misión País) mientras meditan.


-Proclamar Ef 4,17-32

-Hacer otra pausa en silencio 

-Seguir con Ef 5,3-11.15-20

-Hacer otra pausa 

-Proclamar Col 3,1-17

-Mientras siguen meditándolo, poné la canción "En tus manos" de Coro Misión País.

 

-Ahora leé el siguiente texto:

"Es necesario que demos a conocer en la confesión todos los pecados mortales de que tenemos conciencia después del diligente examen de nosotros mismos, aun cuando sean los más ocultos, los que a veces hieren más gravemente nuestra alma y son más peligrosos que los que cometemos abiertamente. Porque los veniales, por los que no somos excluídos de la gracia de Dios y en los que con más frecuencia nos deslizamos, aun cuando, recta y provechosamente y lejos de toda presunción, podemos decirlos en la confesión, como lo demuestra la practica de los hombres piadosos; podemos, sin embargo, callarlos sin culpa y ser por otros medios expiados. Pero, como todos los pecados mortales, aun los de pensamiento, hacen a los hombres hijos de ira (Ef 2,3) y enemigos de Dios, es indispensable pedir también de todos perdón a Dios con clara y verdadera confesión."

-Hacé una pausa. Luego continuá:

"Así, pues, cuando nos esforzamos por confesar todos los pecados que nos vienen a la memoria, sin duda alguna los presentamos a la divina misericordia, para que nos sean perdonados. Pero si retuviéramos a sabiendas algunos, nada ponemos delante a la divina bondad para que nos sea perdonado por ministerio del sacerdote. «Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora»." (ver DS 1680)

Oración

Rezar todos juntos el "Pésame", el "Padre nuestro" y la oración "la mirada de amor de Jesús" (preparar una tarjeta para cada uno).

Oración "La mirada de amor de Jesús"

Señor Jesucristo, muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el donde Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo,la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Amén. 

Parte final

Lleven a los chicos al lugar donde se suelen reunir habitualmente, y jueguen con ellos a las preguntas y respuestas. Pueden hacérselas en el orden en que están sentados, o preparar unas tarjetas que tengan sólo las preguntas y que ellos vayan sacando al azar para responder las que les toque. En este último caso tendrán que adaptar varias preguntas para que las entiendan bien.

1. ¿Para qué es el sacramento de la Penitencia?
R. Para perdonar los pecados mortales y veniales cometidos después del Bautismo.

2. ¿Qué es pecado mortal?
R. El pecado es decir, hacer, pensar o desear algo contra los Mandamientos de Dios. Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: que tenga como objeto una materia grave y que, además, sea cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento.

3. ¿Qué es materia grave?
R. La materia grave es precisada por la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19).

4. ¿Por qué se llama mortal?
R. Porque priva al alma de la vida sobrenatural de la gracia.
 
5. ¿Qué debe hacer, entonces, el que ha caído en pecado mortal?
R. Confesarse cuanto antes.
 
6. Y entre tanto, ¿qué hará para no estar expuesto a condenarse?
R. Tener verdadero dolor de contrición de sus pecados, con firme propósito de confesarse y enmendarse.

7. ¿Y cuando recibimos el sacramento de la Penitencia?
R. Cuando nos confesamos bien y recibimos la absolución.

8. ¿Qué partes tiene la Penitencia para quitar el pecado mortal?
R. Tres.

9. ¿Cómo se llaman?
R. La primera, contrición o arrepentimiento. La segunda, confesión o acusación. Y la tercera, satisfacción o reparación.

10. Y en estas tres cosas precisas para el que quiere recibir este sacramento ¿Se incluyen algunas otras?
R. Sí, en la contrición se incluye el propósito de enmienda y en la confesión, el examen de conciencia.
 

11. Según esto ¿cuántas cosas son necesarias para recibir el sacramento de la penitencia o confesarse bien?
R. Cinco, que son: examen de conciencia, contrición, propósito de enmienda, confesión, y satisfacción.

12. ¿Qué es el examen de conciencia?
R. Es procurar con dedicación acordarse de los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.

13. ¿Y si hubiese algún pecado no confesado por olvido en las anteriores?
R. Hay que incluirlo también en el examen para confesarlo.

14. ¿Y cómo se ha de hacer el examen?
R. Pensando en los mandamientos de Dios y de la Iglesia y en las obligaciones de tu condición, recordando los lugares donde has andado y ocupaciones que has tenido. Todo esto, después de haber pedido luz a Dios para conocer sus culpas.

15. ¿De cuántas maneras es la contrición?
R. De dos: una perfecta y otra imperfecta que llamamos atrición.

16. Qué es contrición perfecta?
R. Un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar que brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas

17. ¿Y qué es la atrición?
R. Un dolor que nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador.

18. ¿Y cuál de estos dolores es mejor?
R. El de contrición perfecta.

19. ¿Y por qué?
R. Porque el de contrición perfecta nace de amor filial y el de atrición del temor: el de contrición perfecta, perdona las faltas veniales, y obtiene también el perdón de los pecados mortales si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental; pero por sólo el de atrición no alcanza el perdón de los pecados graves.

20. Y para confesarse uno bien ¿basta el dolor de atrición o se requiere el de perfecta contrición?
R. Sí, basta el de atrición; pero mejor y más seguro es llevar el de perfecta contrición y este debe de procurar tener el que se confiesa.

21. ¿Y cuándo se debe de tener el dolor?
R. Antes que el confesor absuelva al penitente.

22. ¿Qué cosa es el propósito?
R. Una firme resolución de nunca más ofender a Dios.

23. ¿Qué es la confesión o acusación?
R. Es manifestar sin engaño ni mentira todos los pecados mortales al confesor.

24. Y el que calla por vergüenza algún pecado mortal, o confiesa alguno grave que no ha cometido, o hace su confesión sin dolor o sin propósito o sin ánimo de cumplir la penitencia ¿se confiesa bien?
R. No; Sino que comete un grave sacrilegio, y queda con la obligación de volver a confesar los pecados que confesó y no confesó, y, además, el de sacrilegio que hizo.

25. ¿Y quiénes pueden temer no haber tenido dolor ni propósito en sus confesiones?
R. Los que no se apartan de las ocasiones, y los que, después de una y otra confesión, caen en unos mismos pecados.

26. Y para excitarse uno a formar dolor y propósito verdadero ¿qué le conviene hacer?
R. Antes de llegarse a confesar, pedir al Señor que le ayude con sus auxilios, meditar por un rato, o en los beneficios que el Señor le ha hecho, o en su pasión, muerte, o en su bondad, y una o más veces decir el acto de contrición.

27. ¿Qué cosa es la satisfacción o reparación?
R. Es satisfacer o reparar a Dios por las penas temporales debidas por el pecado, cumpliendo la penitencia que impone el confesor.

28. ¿Con qué gravedad peca el que no cumple la penitencia, o la difiere mucho tiempo, sin causa, exponiéndose a no cumplirla?
R. Peca mortalmente si la penitencia es por pecados graves.

29. ¿Qué es el pecado venial o leve?
R. El pecado es decir, hacer o pensar algo, contra los Mandamientos de Dios. Un pecado es venial cuando no se observa en una materia leve lo prescrito por la Ley de Dios, o cuando se desobedece a la Ley de Dios en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.

30. ¿Por qué se llama venial o leve?
R. Porque ligeramente, esto es, con facilidad, cae el hombre en él, y fácilmente se lo perdona.

31. ¿Qué daño causa el pecado venial?
R. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. El pecado venial enfría el amor impidiéndole dirigirse a Dios con rapidez.

32. ¿¿Puede ser perdonado el pecado venial sin penitencia?
R. No. 

33. ¿De cuántas maneras se puede hacer penitencia por los pecados veniales?
R. De tres maneras.

34. ¿Cuáles son?
R. Primera, con la eucaristía, la Unción de los Enfermos y, en general, con todos los sacramentos del Nuevo Testamento, mediante los cuales se comunica la gracia. Segunda, si van acompañados de la detestación de los pecados: con el acto penitencial de la misa, con el "Yo confieso" y el "Padre nuestro". Tercera, si van acompañados de reverencia hacia Dios y hacia las cosas divinas: la bendición episcopal, la aspersión del agua bendita, una unción sagrada, la oración en una iglesia consagrada.

35. ¿Estamos obligados a confesar los pecados veniales?
R. No; aunque es bueno y provechoso. Pero se debe tener propósito de ir disminuyendo estos pecados veniales. De lo contrario, correría peligro de caer por falta de deseo de progresar o de quitar los impedimentos del crecimiento espiritual, que son los pecados veniales.

36. ¿Puede ser perdonado el pecado venial sin ser perdonado el mortal?
R. La remisión de una culpa siempre es obra de la gracia. Pero quien está sujeto al pecado mortal carece de la gracia de Dios y no se le perdona ningún pecado venial.

Terminá entregando a cada uno el siguiente examen de conciencia para que lo hagan en su casa antes de confesarse:
  • 1. No adorarás a ningún otro dios que no sea Dios nuestro Señor.
        • ¿Amo a Dios sobre todas las personas, incluso más que a mi mismo?
        • ¿El placer y el dinero se han vuelto más importantes para mí que Dios?
        • ¿Hice oración diariamente? ¿Descuidé mi amistad con Dios no hablándole en la oración?
        • ¿Participé en prácticas o cultos no católicos, por ejemplo, adivinación, el satanismo, el budismo, el espiritismo, el horóscopo, la astrología, la lectura de manos, los ‘mediums’, el ocultismo, la magia, la hechicería, la umbanda, el payé, los amuletos, la Muerte y el Gauchito?
        • ¿Recibí la Sagrada Comunión estando en pecado mortal?
        • ¿Mentí en la confesión u omití deliberadamente confesar algún pecado mortal?
    2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
        • ¿Juré en falso, es decir, mentí bajo juramento ante un tribunal de justicia?
        • ¿Alguna vez mentí después de “jurar por Dios” que estaba diciendo la verdad?
        • ¿Alguna vez pronuncié el nombre de Dios cuando estaba enojado/a, en una palabrota?
    3. Santificarás las fiestas.
        • ¿No asistí a la Santa Misa a propósito el sábado por la tarde o el domingo?
        • ¿No asistí a Misa en una fiesta de precepto o en una fiesta importante del calendario litúrgico (es decir, Jueves Santo, Viernes Santo, Domingo de Pascua, Navidad, Santa María Madre de Dios, etc.)?
    4. Honrar padre y madre.
        • ¿Desobedecí a mis padres y abuelos en las cosas buenas que me pidieron hacer y en las males que me pidieron no hacer?
        • ¿Les falté el respeto debido a la misión que tienen conmigo?
        • ¿Les insulté?
        • ¿Respondí con amor a su amor?
        • ¿Les mentí?
        • ¿Les robé?
        • ¿Obedecí en lo bueno y respeto a quienes tiene un rol materno / paterno, como por ejemplo los maestros?
        • ¿Me ausenté a clases?
        • ¿Mentí a mis maestros? 
        • ¿Les insulté?
    5. No matarás.
        • ¿Usé o vendí drogas como, por ejemplo, marihuana?
        • ¿Abusé de la comida, del alcohol, del tabaco, de las medicinas o de la velocidad?
        • ¿Me sometí a un aborto?
        • ¿Aconsejé a alguien para que se practique un aborto?
        • ¿Defendí el derecho a la vida de los niños por nacer o me he limitado a aceptar la mentalidad de la sociedad anti-vida?
        • ¿Utilicé medicamentos abortivos (pastillas, DIU, etc.) o alenté a alguien para que los utilizara?
        • ¿Me esterilicé de algún modo (implante, ligadura, etc,) o alenté a alguien para que lo hiciera?
        • ¿Participé en una eutanasia o estuve de acuerdo con ella?
        • ¿He arruinado la reputación de una persona por hacer circular rumores en forma deliberada o por mantenerlos vivos transmitiéndoselos a otros?
        •  ¿Herí, amenacé, intimidé, ejercí violencia física o moralmente con alguien?
        • ¿Albergué ira u odio contra una persona?
        • ¿Guardé rencor?
        • ¿Me negué a perdonar?
        • ¿Maldije a alguien?
        • ¿Intenté quitarme la vida?
    6. No cometerás adulterio.
        • ¿He mantenido relaciones sexuales indebidas, es decir, con alguien con quien no estoy casado por Iglesia?
        • ¿He practicado algún método o técnica para disfrutar del sexo indebidamente, es decir, evitando asumir la posibilidad de procrear?
        • ¿He hecho masturbación conmigo mismo o con otros?
        • ¿Alguna vez usé la pornografía o la prostitución?
        • ¿Alguna vez tuve pensamientos pornográficos de manera libre y deliberada?
        • ¿Alguna vez expuse a la pornografía a otros?
        • ¿Soy recatado/a con la vestimenta?
        • ¿Me faltó pudor y discreción en la elección de mi vestimenta?
        • ¿Mostré o eroticé partes de mi cuerpo que deben permanecer ocultas por la dignidad de las personas?
        • ¿Hice pública una confidencia íntima por internet u otros medios?
    7. No robarás.
        • ¿Les robé a mis padres?
        • ¿Hice gastos excesivos?
        • ¿Les robé a mis amigos?
        • ¿Alguna vez robé algo a un extraño?
        • ¿Alguna vez robé algo en un negocio?
        • ¿Dañé la propiedad privada de otros o la pública?
        • En otras palabras, ¿alguna vez tomé algo que pertenece a otra persona por legítimo derecho?
        • ¿Hice apuestas?
        • ¿Busqué compartir lo que tengo con los pobres y necesitados?
    8. No levantarás falso testimonio contra tu prójimo.
        • ¿Dije algo falso con intención de engañar a alguien que tenía derecho a conocer la verdad?
        • ¿Reparé la mentira de la que fui perdonado?
        • ¿Revelé una verdad a quien no tenía derecho a conocerla?
        • ¿Fui culpable de calumnia, es decir, de divulgar mentiras sobre otras personas?
        • ¿Anduve con chismes sobre otras personas?
        • ¿Di a conocer información que debía quedar ser confidencial?
        • ¿Fui falso/a, es decir, aparenté ser un tipo de persona que no soy?
        • ¿Oculté mi fe ante los demás?
        • ¿Ayudé a culpar a un inocente o a disculpar a un culpable?
        • ¿Fui cómplice de otro que realizó actos maliciosos o tuvo una conducta perversa?
        •  ¿Ridiculicé a alguien caricaturizándolo de manera malévola?
    9. y 10. No codiciarás a la mujer de tu prójimo ni a los bienes ajenos.
        • ¿Fui envidioso/a de otras personas?
        • ¿Deseé que se prive a otras personas de sus bienes o talentos?
        • ¿Fui celoso de otras personas?
        • ¿No perdoné a otras personas o les guardé rencor?
        • ¿Fui resentido/a?
        • ¿Menosprecié a los demás?. 

Ficha 30: La reparación

Atención: Esta ficha es para hacer en el encuentro inmediatamente posterior a la confesión de Adviento.

Fecha estimada: Semana II de Adviento

Bienaventuranza relacionada: Bienaventurados los misericordiosos.

Dinámicas de barro (parte 2)  

Esto es la continuación de la dinámica de barro que se comenzó en el encuentro sobre el pecado en general.

Sentido de esta segunda parte: Todas las dinámicas de barro tienen 2 partes: pecado y reparación. En esta última parte se ve particularmente nuestro deber de reparar el hecho de que al pecar embarramos la imagen de Jesús, es decir dañamos a quien fue víctima de nuestros pecados y a nosotros mismos. La reparación, representada en esta dinámica como el agua, ayuda a hacer resurgir de nuevo la belleza que el pecado había destruído en nuestras vidas y en las de aquellos que dañamos, y así tiene el poder de sanar los efectos del pecado. De esta manera nos unimos a la misericordia de Dios y reparamos con Él el pecado del mundo.

Desarrollo

-Lo que se hace en esta dinámica es limpiar la imagen de Cristo con agua. Cada uno de los chicos ayudará a limpiar la imagen y sacar el barro. Es recomendable hacerlo afuera para no ensuciar todo.  

-A medida que se va limpiando la imagen, volvemos a ver el rostro de Jesús. Si usaron la imagen de Jesús Misericordioso volvemos a ver la gracia y vida que sale de su corazón representados por esos rayos que se pueden ver.

Plenario: Hacéles algunas preguntas que los ayude a buscar el significado de lo que hicieron: ¿Qué sintieron cuando limpiaban la imagen de Jesús? ¿Cómo lo relacionan con el sacramento de la Reconciliación que recibieron hace poco?

Reflexión para compartir:

Andá leyendo el siguiente texto de a un párrafo a la vez y motivando a que los chicos comenten lo que más les va pegando.

 1. La reparación. El Señor ha ido enseñando, poco a poco, a su pueblo que hay una asimetría necesaria entre el delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se remedia rompiendo otro. Se trata de hacer justicia a la víctima, no de ajusticiar al agresor. Un modelo bíblico de reparación puede ser el Buen Samaritano. Sin pensar en perseguir al culpable para que asuma las consecuencias de su acto, atiende a quien ha quedado al costado del camino malherido y se hace cargo de sus necesidades (ver Lc 10, 25-37).

Cuando nos confesamos tendemos a pensar que los pecados se resuelven cuando nos confesamos, pasando de largo ante los daños que cometimos al pecar o sin prestar suficiente atención a la situación en que quedan las víctimas de nuestros pecados ¡En cuántas ocasiones se ha visto al que se confiesa cumplir con la penitencia que le da el confesor pero sin cambiar interiormente ni restablecerse de las heridas de su corazón!

2. La confesión debe ser la actitud de quien reconoce y lamenta su culpa. Si al confesarnos no nos dejamos ayudar suficientemente, si no nos tomamos la confesión como una oportunidad para convertirnos, terminamos siendo víctima de los vicios. Dios no se contenta con castigarnos cuando somos culpables. Quiere avanzar y hacer lo posible por corregirnos, mejorarnos y educarnos cuando pecamos para que maduremos en todas nuestras vertientes, de modo que no nos desalentemos, que hagamos frente al daño causado y logremos replantear nuestra vida sin quedar aplastados por el peso de nuestras miserias.

Un modelo bíblico de confesión es el buen ladrón, al que Jesús promete el paraíso porque fue capaz de reconocer su falta: “Lo nuestro es justo, pues recibimos la paga de nuestros delitos; éste en cambio no ha cometido ningún crimen” (Lc 23, 41).

3. La contrición es el pórtico del arrepentimiento, es esa senda privilegiada que lleva al corazón de Dios, que nos acoge y nos ofrece otra oportunidad, siempre que nos abramos a la verdad de la penitencia y nos dejemos transformar por su misericordia. De ella nos habla la Escritura Santa cuando refiere la actitud del Buen Pastor, que deja a las noventa y nueve ovejas que no requieren de sus cuidados y sale a buscar a la que anda errante y perdida (ver Jn 10,1-15; Lc 15,4-7), o la del Padre bueno, que recibe a su hijo menor sin recriminaciones y con el perdón (ver Lc 15, 11-32). También es significativo el episodio de la mujer adúltera, a la que Jesús le dice: “Vete y en adelante no peques más” (Jn 8,11b). Aludiendo, asimismo, al Padre común, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos (ver Mt 5,45), Jesús nos invita a sus discípulos a ser misericordiosos, a hacer el bien a quien nos hace mal, a rezar por nuestros enemigos, a poner la otra mejilla, a no guardar rencor…

La actitud de Dios, que se adelanta a nosotros cuando pecamos, ofreciéndonos su perdón, se presenta así como una justicia superior, al mismo tiempo ecuánime y compasiva, sin que haya contradicción entre estos dos aspectos. El perdón que recibimos en la confesión, en efecto, no elimina ni disminuye la exigencia de la rectificación, propia de la justicia, ni prescinde de la necesidad de conversión personal, sino que va más allá, buscando restaurar las relaciones y reintegrar a las personas en la fraternidad. 

Dios no se contenta con reprimirnos y disuadirnos cuando causamos un mal, sino que quiere que nos dejemos ayudar a recapacitar, a transitar por las sendas del bien, a ser personas auténticas que lejos de nuestras miserias nos volvamos nosotros mismos misericordiosos. Por eso, la Iglesia plantea una justicia que sea humanizadora, genuinamente reconciliadora, una justicia que lleve a los que nos confesamos, a través de un camino educativo y de esforzada penitencia, a nuestra rehabilitación.

¡Qué importante y hermoso es que aceptemos este desafío, para que no caiga en el olvido! ¡Qué bueno que demos los pasos necesarios para que el perdón que recibimos en la confesión no se quede únicamente en nuestra esfera privada, sino que alcance una verdadera dimensión social y eclesial y así creemos unas relaciones de convivencia armoniosa! ¡Cuánto bien obtendremos si tenemos un cambio de mentalidad para evitar sufrimientos inútiles! (Cfr. Papa Francisco, carta del 30/05/2014)

Oración final

Ambientación: Poné una crucifijo bien grande en medio del lugar, en el suelo y cinco velas, cuatro en cada extremo y una sobre el corazón de Jesús. Sentá a los chicos en el suelo, alrededor de la cruz y repartí copias de la siguiente "Oración reparadora" para rezar juntos.


ORACIÓN REPARADORA

"A uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz de Jesús" (Marcos 15, 21).

Amado Jesús, probablemente mostraste al Cireneo tu gratitud por su ayuda, mientras la cruz en realidad fue causada por él y por cada uno de nosotros. Así, Jesús, nos lo agradeces cada vez que ayudamos a los hermanos a llevar la cruz, aunque no hacemos más que cumplir con nuestro deber de expiar por nuestros pecados.

Eres tú, Jesús, quien está al comienzo de este círculo de compasión. Tú llevas nuestra cruz de tal manera que seamos capaces de ayudarte en tus hermanos a llevar la cruz.

Señor, como miembros de tu cuerpo, nos ayudamos mutuamente a llevar la cruz y admiramos el ejército inmenso de cireneos que, aun sin tener todavía la fe, han aliviado generosamente tus sufrimientos en tus hermanos.

Padre nuestro...

Lectura para la preparación personal de los catequistas

Muchos de nuestros pecados causaron daño a nuestro prójimo. Es preciso que hagamos lo posible para reparar ese daño. Por ejemplo, que restituyamos las cosas que robamos, que restablezcamos la reputación del que hemos calumniado, que  compensemos las heridas. La mera justicia nos exige esto. Pero además el pecado nos hirió y debilitó a los que pecamos, así como nuestras relaciones con Dios y con el prójimo. 

La absolución que recibimos en la confesión nos quitó el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado nos causó. Ya estamos liberados del pecado, pero todavía tenemos que recuperar del todo la salud espiritual. Por eso, tenemos que hacer algo más para reparar nuestros pecados: debemos "expiar" nuestros pecados. Esta expiación se llama también "penitencia". (ver CIC 1459)

La penitencia que el confesor nos puso tuvo en cuenta nuestra situación personal y busca nuestro bien espiritual. Las penitencias nos ayudan a configurarnos con Cristo que expió nuestros pecados (ver Rom 3,25; 1Jn 2,1-2) de una vez por todas. Nos permite llegar a ser coherederos de Cristo resucitado, ya que "con él sufrimos" (Rom 8,17; ver DS 1690).

Pero nuestra expiación, la que realizamos por nuestros pecados, sólo es posible por medio de Jesucristo: nosotros que, por nosotros mismos, no podemos nada, con la ayuda "del que nos fortalece, lo podemos todo" (Flp 4,13). Así no tenemos nada de que podamos gloriarnos sino que toda "nuestra gloria" está en Cristo [...] en quien nosotros expiamos "dando frutos dignos de penitencia" (Lc 3,8) que recibimos nuestra fuerza de Él, por Él somos ofrecidos al Padre y gracias a Él somos aceptados por el Padre (ver DS 1691). (ver CIC 1460

Por tanto, es necesario para la plena remisión y reparación de los pecados... restaurar plenamente todos los bienes personales, sociales y los relativos al orden universal, destruidos o perturbados por el pecado, bien por medio de una reparación voluntaria, que no será sin sacrificio, o bien por medio de la aceptación de las penas establecidas por la justa y santa sabiduría divina (San Pablo VI, ID 2-3; ver San Juan XXIII, PA 16-21).

Avisos

-Se acerca el "Encuentro Mariano" con todos los grupos de 1er año de nuestra parroquia y que marca el final de la Etapa 2. La temática será sobre los misterios gozosos del Rosario. 

-Recordá a los chicos que los encuentros de este año terminan con ese encuentro especial, pero sigue el compromiso de perseverar en la Santa Misa mientras haya Misa en la comunidad.

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