36 El Domingo, la Pascua semanal

Ficha n° 36

EL DOMINGO, LA PASCUA SEMANAL

Objetivo de la ficha: Presentar el Domingo como "Pascua semanal", expresión de la identidad de la comunidad cristiana y centro de su vida y de su misión.

Fecha estimadaVer calendario

Tema: III mandamiento (ver Mt 28,1)

Oración de inicio: Los chicos designados previamente preparan y guían este momento, basándose en la oración Nro 7 del Anexo

Video: Sin la Misa no podemos vivir

Materiales: Notebook, proyector o monitor LCD. Descargar el video previamente.

Ambientar el salón con un cartel con la frase "Sin la Misa no podemos vivir".

Introducir el tema con el video sobre la historia de los mártires de Abitinia:

Reflexión guiada por vos catequista:

El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerzas de él, que es el Señor de la vida. Por tanto, el precepto festivo no es un deber impuesto desde afuera, un peso sobre nuestros hombros. Al contrario, participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad para nosotros los cristianos; es una alegría; así los cristianos podemos encontrar la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana. 

San Ignacio de Antioquía presentaba a los cristianos como personas "que viven según el domingo". Desde esta perspectiva, el obispo antioqueno se preguntaba:  "¿Cómo podríamos vivir sin él, a quien incluso los profetas esperaron?" (Ep. ad Magnesios, 9, 1-2). 

Leéles Lc 24,1-30.

"La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón 'día del Señor' o Domingo" (SC 106). El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el "primer día de la semana", memorial del primer día de la creación, y el "octavo día" en el cual Cristo, tras su "reposo" de su gran Sábado, inaugura el Día "que hace el Señor" (Sal 118, 24), el "día sin ocaso". La Misa es su centro, porque en ella toda la comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los invita a Su comida (ver Lc 24,30). «El día Domingo, día de la Resurrección, día de los cristianos, es nuestro día... (San Jerónimo). (CIC 1166)

La novedad conmovedora de la resurrección es tan importante que la Iglesia no cesa de proclamarla, prolongando su recuerdo especialmente cada domingo. En efecto, cada domingo es "día del Señor" y Pascua semanal del pueblo de Dios.

Leéles 1Cor 11,23-26.

El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras "hasta que venga" (1Cor 11,26), no sólo exige acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la celebración litúrgica por los Apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, Muerte, Resurrección y su intercesión junto al Padre (CIC 1341). La liturgia participa así en el deseo de Jesús: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con ustedes [...] hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios" (Lc 22,15-16). (CIC 1130)

Al ser la Misa el verdadero centro del domingo, se comprende por qué, desde los primeros siglos, los Pastores no han dejado de recordar a sus fieles la necesidad de participar en la asamblea litúrgica. « Dejen todo en el día del Señor —dice, por ejemplo, el tratado del siglo III titulado Didascalia de los Apóstoles— y corran con diligencia a sus asambleas, porque es su alabanza a Dios. Pues, ¿qué disculpa tendrán ante Dios aquellos que no se reúnen en el día del Señor para escuchar la palabra de vida y nutrirse con el alimento divino que es eterno? ». (ver DD 46)

Jesús resucitó de entre los muertos “pasado el sábado” (Mc 16,2; ver Mt 28,1; Lc 24,1; Jn 20,1). En cuanto es el “primer día”, el día de la resurrección de Cristo recuerda la primera creación. En cuanto es el “octavo día”, que sigue al sábado (ver Mc 16,1; Mt 28,1), significa la nueva creación inaugurada con la resurrección de Cristo. Para los cristianos vino a ser el primero de todos los días, la primera de todas las festividades, el día del Señor, el día Domingo. (CIC 2174) 

La participación en la celebración común de la Misa dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a Su Iglesia. (CIC 2182)

La Iglesia no ha cesado de afirmar esta obligación de conciencia, basada en una exigencia interior que los cristianos de los primeros siglos sentían con tanta fuerza, aunque al principio no se consideró necesario prescribirla. Sólo más tarde, ante la tibieza o negligencia de algunos, ha debido explicitar el deber de participar en la Misa dominical (DD 47). Por eso es necesario que nos convenzamos de la importancia decisiva que, para nuestra vida de fe, tiene reunirnos el domingo con los otros hermanos para celebrar la Pascua del Señor con la Misa (ver DD 48). 

Oración final - Adoración al Santísimo: Cristo Maestro de Vida

Preparación: Poner cerca del Santísimo un cartel digno de éste lugar con la cita: "Ya no vivo yo... Cristo vive en mi" (Gal 2,20)

-Si no puede estar presente un sacerdote o diacono, pedí a un ministro que haga la exposición del Santísimo. 

Desarrollo

-Ni bien abran la puerta del sagrario, poné la canción "Quebrántame" (Jésed) completa para que los chicos se serenen y vayan entrando en intimidad con Jesús:


-Después, mientras volvés a poner la misma canción pero bajita, sólo como fondo, andá guiando la meditación con el siguiente texto, leído de forma bien pausada y con voz serena:

    • Jesús murió por nuestros pecados, pero resucitó y eso es lo que da sentido a nuestra fe (1Cor. 15,14.17) porque sabemos que Jesús se queda con nosotros y eso nos da la esperanza de una vida nueva y plena.

    • Jesús fue y es un hombre, nos entiende porque sabe lo que sentimos y nos conoce. Jesús no sólo vivió hace 2000 años, sino que vive hoy y conoce nuestras inquietudes, preocupaciones, el tiempo que vivimos, y nos ayuda día a día en todo momento, también en los más difíciles.

    • Jesús no quiere que lo tengamos como un extraño sino como un amigo (Jn 15, 14-15). Ciertamente él nos tiene como sus amigos. Una amistad implica muchas cosas, confianza es una de ellas. Confianza significa “con fe”. Jesús nunca nos abandona, está con nosotros, acompañándonos en nuestro camino.

    • En la Biblia podremos encontrar un mensaje actual si vemos que Jesús está hablando directamente a nosotros y nos está dejando una enseñanza que podemos llevarla hoy a nuestras vidas.

    • Jesús vive en medio nuestro (Jn 14,18-20; Mt 18,20). Está presente principalmente en la Eucaristía y nos invita constantemente a entrar en comunión con Él (comulgando y adorándolo) y así incorporarlo a nuestras propias vidas, y permaneciendo en su amor (Jn 15,9c).  

    • Jesús es fuente de amor, esperanza y fe. Es fuente de sabiduría y consejo.  Cuando uno tiene una duda, no sabe qué hacer, o no sabe si algo está bien o está mal, puede preguntarle a Jesús. Es muy útil preguntarse “Qué haría Jesús en mi lugar”.

    • Tener a Jesús como modelo de vida no es otra cosa que vivir las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12) que Jesús mismo vivió. Jesús fue feliz, era una persona que vivía alegre e irradiaba amor. Aún hoy irradia felicidad, alegría y amor que nosotros también podemos vivir estando, viviendo y muriendo con Él.

    • Cuando uno ama, tiene el deseo de entregar todo lo que tiene, tiene el deseo de ser pobre por los demás. Y cuando uno entrega todo y no se guarda nada, uno se siente totalmente libre. Así Jesús vivió el amor, y por ello Jesús era libre, y muy feliz.

    • El secreto de todo es simple. Vivir el amor de Jesús y llevarlo a los demás. No se trata de mirarnos a nosotros mismos (Mt 16,24-25) sino de mirarlo a Jesús, amarlo, amar como Él amó y dejarnos amar por Él.

    • Vivir todo esto implica una “conversión”, que no es otra cosa que lanzarse a vivir el camino que nos muestra Jesús, eligiendo tenerlo como modelo en nuestras vidas de todos los días, como nuestro guía, como nuestro alimento (Eucaristía), como nuestra roca firme, amando a los demás y dejándonos amar por Él. Así se cumple lo que decía San Pablo: “Ya no vivo yo, Cristo vive en mí” (Gal 2,20).

-Al final está la guía para la meditación para entregar a los chicos y que hagan en forma individual. Darles un buen tiempo, 30 minutos más o menos.

-Para que el ambiente siga siendo de oración, poné de fondo la siguiente música instrumental de Tobías Buteler (descargála previamente):


Guía para la meditación: Cristo Maestro de Vida

1. Leer: Lc 24, 13-35 (La aparición de Jesús a los discípulos de Emaús).  
    ¿Cómo se sentían los discípulos antes de encontrarse con Jesús? ¿Por qué?
    ¿Por qué no pudieron reconocerlo a Jesús?
    ¿Cómo se sintieron después de verlo a Jesús? ¿Por qué ocurrió eso?

2. ¿Cómo es Jesús para vos Maestro en tu propia vida?

3. ¿Cómo harías para que Jesús forme parte en tu vida de todos los días?

4. Leer: Filipenses 2,1-11. Después de leer esta carta de San Pablo, escribí acá abajo tres frases del texto que te hayan llamado la atención. 

5. Leé Mt 5, 1-12 y elegí y escribí acá abajo tu Bienaventuranza favorita, o la Bienaventuranza que te propongas vivir más de aquí en adelante teniéndola especialmente en cuenta.

Oración para leer como grupo al final de la Adoración

Distribuir la lectura entre todos los chicos del grupo.

  1. Creemos que en la Misa se nos ofrece el don inmenso y gratuito del amor de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  2. Creemos que la persona viva de Jesucristo se hace real y verdaderamente presente en la Eucaristía, con su Cuerpo y con su Sangre, y se ofrece a nosotros para hacernos su Iglesia.
  3. En la adoración de la Eucaristía reconocemos la presencia de aquel que se entrega por nosotros, nos comunica su vida y nos invita a identificarnos con sus mismos sentimientos.
  4. Creemos que Jesucristo, en la Eucaristía, es Pan vivo bajado del cielo que suscita y sacia nuestros deseos de verdad y de vida, de belleza y de gozo.
  5. Por eso, no podemos dejar de celebrar la Misa, Misterio por excelencia de nuestra fe, memorial de la Pascua del Señor.
  6. El mandato del Señor a los apóstoles "hágan esto en conmemoración mía" se realiza por medio de los obispos y de los sacerdotes, que actúan en el nombre y en la persona de Cristo, de ahí que pedimos al Señor que suscite en los jóvenes la vocación sacerdotal.
  7. Creemos que la Misa, al asumir nuestro trabajo, nuestro sufrimiento, nuestro gozo y nuestras esperanzas de cada día, nos convierte en sacrificio espiritual agradable al Padre.
  8. Creemos que la luz, la verdad y la vida que brotan de la presencia real del Señor en la Eucaristía, sanan y elevan nuestra mente y nuestro corazón.
  9. Creemos que la Eucaristía destierra el odio, el egoísmo y la violencia.
  10. Creemos que el sacramento de la Confesión nos prepara para recibir digna y fructuosamente la santa Comunión.
  11. Creemos que la Misa nos hace participar de la vida y de la misión de Cristo muerto y resucitado.
  12. Ante el sufrimiento y la muerte, creemos que la Eucaristía es promesa de resurrección y garantía de felicidad plena y eterna.

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