21 El don de la fe
Ficha nº 21
LA FE
TEMA DE LA FICHA: A partir del Bautismo comienza un camino de maduración en la fe llamada al crecimiento y profundización. En esta ficha se busca confiar en Dios y en Cristo y abrirse a la acción del Espíritu Santo.
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Dinámica: El círculo de la fe
Esta dinámica es útil para introducir el tema de la fe y que todos los chicos se larguen a hablar.
- Se pide a los chicos que saquen una hoja en blanco.
- En el medio de la hoja escriben la palabra “FE”.
- Alrededor de esa palabra dibujan un círculo.
- Luego tienen 10 minutos para escribir todo lo que se les ocurra acerca de esa palabra.
- Cuando terminan, se
hace una puesta en común y cada uno expone lo que escribió en su hoja.
A partir de ahí vos catequista desarrollas el tema de la reunión.
Reflexión: Crisis de fe
Una cuestión interesante para reflexionar es el tema de nuestros momentos difíciles y las “crisis de fe”. Generalmente es en los momentos más difíciles de nuestras vidas en las que tendemos a perder la fe, a alejarnos. Este video sobre el testimonio de "María José" es para que sirva como punto inicial para hablar el tema.
Para preparar tu reflexión
El siguiente documento no es par que se lo leas a los chicos, sino para que lo estudies y puedas preparar un PowerPoint o afiches para hablarles espontáneamente.
La Fe: Introducción
"Tenemos necesidad de amor, de significado y de esperanza, de un fundamento seguro, de un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico también en la crisis, las oscuridades, las dificultades y los problemas cotidianos. La fe nos dona precisamente esto: es un confiado entregarse a un «Tú» que es Dios, quien me da una certeza distinta, pero no menos sólida que la que me llega del cálculo exacto o de la ciencia. La fe no es un simple asentimiento intelectual del hombre a las verdades particulares sobre Dios; es un acto con el que me confío libremente a un Dios que es Padre y me ama; es adhesión a un «Tú» que me dona esperanza y confianza. Cierto, esta adhesión a Dios no carece de contenidos: con ella somos conscientes de que Dios mismo se ha mostrado a nosotros en Cristo; ha dado a ver su rostro y se ha hecho realmente cercano a cada uno de nosotros.
Es más, Dios ha revelado que su amor hacia el hombre, hacia cada uno de nosotros, es sin medida: en la Cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, nos muestra en el modo más luminoso hasta qué punto llega este amor, hasta el don de sí mismo, hasta el sacrificio total. Con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, Dios desciende hasta el fondo de nuestra humanidad para volver a llevarla a Él, para elevarla a su alteza. La fe es creer en este amor de Dios que no decae frente a la maldad del hombre, frente al mal y la muerte, sino que es capaz de transformar toda forma de esclavitud, donando la posibilidad de la salvación. Tener fe, entonces, es encontrar a este «Tú», Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible que no sólo aspira a la eternidad, sino que la dona; es confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe bien que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados en el «tú» de la madre. Y esta posibilidad de salvación a través de la fe es un don que Dios ofrece a todos los hombres.
Creer es fiarse con toda libertad y con alegría del proyecto providencial de Dios sobre la historia, como hizo el patriarca Abrahán, como hizo María de Nazaret. Así pues la fe es un asentimiento con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este «sí» transforma la vida, le abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable." (Papa Benedicto ¿Qué es la fe?)
El acto de fe es un acto eminentemente personal que sucede en lo íntimo más profundo y que marca un cambio de dirección, una conversión personal: es mi existencia la que da un vuelco, la que recibe una orientación nueva... Pero este creer mío no es el resultado de una reflexión solitaria propia, no es el producto de un pensamiento mío, sino que es fruto de una relación, de un diálogo, en el que hay un escuchar, un recibir y un responder; comunicar con Jesús es lo que me hace salir de mi «yo» encerrado en mí mismo para abrirme al amor de Dios Padre. Es como un renacimiento en el que me descubro unido no sólo a Jesús, sino también a cuantos han caminado y caminan por la misma senda; y este nuevo nacimiento, que empieza con el bautismo, continúa durante todo el recorrido de la existencia. No puedo construir mi fe personal en un diálogo privado con Jesús, porque la fe me es donada por Dios a través de una comunidad creyente que es la Iglesia y me introduce así, en la multitud de los creyentes, en una comunión que no es sólo sociológica, sino enraizada en el eterno amor de Dios que en Sí mismo es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; es Amor trinitario. Nuestra fe es verdaderamente personal sólo si es también comunitaria: puede ser mi fe sólo si se vive y se mueve en el «nosotros» de la Iglesia, sólo si es nuestra fe, la fe común de la única Iglesia.
Los domingos, en la santa misa, recitando el «Credo», nos expresamos en primera persona, pero confesamos comunitariamente la única fe de la Iglesia. Ese «creo» pronunciado singularmente se une al de un inmenso coro en el tiempo y en el espacio, donde cada uno contribuye, por así decirlo, a una concorde polifonía en la fe.
La Iglesia, por lo tanto, desde el principio es el lugar de la fe, el lugar de la transmisión de la fe, el lugar donde, por el bautismo, se está inmerso en el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Cristo, que nos libera de la prisión del pecado, nos da la libertad de hijos y nos introduce en la comunión con el Dios Trinitario. «Dios quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa» (LG 9). La fe es una virtud teologal, donada por Dios, pero transmitida por la Iglesia a lo largo de la historia.
Existe una cadena ininterrumpida de vida de la Iglesia, de anuncio de la Palabra de Dios, de celebración de los sacramentos, que llega hasta nosotros y que llamamos Tradición. Ella nos da la garantía de que aquello en lo que creemos es el mensaje originario de Cristo, predicado por los Apóstoles. El núcleo del anuncio primordial es el acontecimiento de la muerte y resurrección del Señor, de donde surge todo el patrimonio de la fe.
Un cristiano que se deja guiar y plasmar poco a poco por la fe de la Iglesia, a pesar de sus debilidades, límites y dificultades, se convierte en una especie de ventana abierta a la luz del Dios vivo que recibe esta luz y la transmite al mundo.
Necesitamos la Iglesia para tener confirmación de nuestra fe y para experimentar los dones de Dios: su Palabra, los sacramentos, el apoyo de la gracia y el testimonio del amor. (Papa Benedicto, La fe de la Iglesia)
¿Qué es la fe?
- Cuando san Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido de la carne y de la sangre, sino de su Padre «que está en los cielos» (Mt 16,17; ver Ga 1,15, Mt 11,25) porque la fe es un don de Dios, una fuerza sobrenatural infundida por Él. (ver CIC 153). La fe es depositar con libertad e inteligencia nuestra confianza en Dios y adherirnos a las verdades que Él nos reveló (ver CIC 154).
- La fe es un acto personal... pero no es un acto solitario. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El que cree recibió la fe de otro, y debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Y cada uno que cree es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. No puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y mi fe contribuye a sostener la fe de otros (CIC 166). Es la fe de la Iglesia la que creemos personalmente. Es la fe de la Iglesia la que proclamamos juntos en la Misa (Ver CIC 167). Es la Iglesia la que cree en primer lugar, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. (CIC 168).
¿Cuál es el motivo por el que creemos? ¿Por qué?
- Creemos «por la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos». «Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación» que son los milagros de Cristo y de los santos (ver Mc 16,20; Hech 2,4), las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad. (ver CIC 156).
¿Por qué es necesario tener fe?
- Tener fe en Cristo Jesús y en el Padre que lo envió para nuestra salvación es necesario para obtener esa salvación (ver Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40). Porque que "sin la fe... es imposible agradar a Dios" (He 11,6) y llegar a participar en la condición de hijos suyos, porque nadie es justificado sin fe y nadie obtendrá la vida eterna a no ser que haya "perseverado hasta el fin" en la fe (Mt 10,22; 24,13). Y para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos nutrirla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente en nosotros (ver Mc 9,24 Lc 17,5 Lc 22,32); ella debe "obrar por la caridad" (Ga 5,6; ver St. 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (ver Rm 15,13) y debe estar radicada en la fe de la Iglesia. (Ver CIC 161-162).
Síntesis
Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que Él nos reveló y que la Iglesia nos propone para creer.
Nosotros creemos en todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas.
Testimonio personal de crisis de fe
En el siguiente momento se trata de dar un testimonio personal, en lo posible tuyo. Va el siguiente testimonio como ejemplo.
Por: Josefina Pietranera
Yo el año pasado tuve una crisis de fe. Empecé a sentir que Dios no estaba a mi lado, no lo sentía a pesar de que el siempre esta a nuestro lado, y si me pasaba algo malo pensaba que era su culpa. Y empecé a tener dudas. Sin embargo, yo sabía que estaba atravesando una etapa y era consciente de eso, y en vez de alejarme, dejar de ir a Misa, y que no me importe nada, hice todo lo contrario.
Empecé a ir más a Misa, a adoración al Santísimo, a los ensayos de coro, a rezar más, al grupo de jóvenes, hable con el padre, con mis catequistas, con mis amigas de la Parroquia. Entre todos me re ayudaron y salí adelante, y lo superé. Lo importante es que cuando tenés una crisis de fe tenés que seguir funcionando como comunidad, no hay que alejarse, sino hacer todo lo contrario, acercarnos más todavía. Si estamos buscando una respuesta a algo pero nos alejamos, nunca la vamos a encontrar! En cambio, si vamos a Misa y participamos de todo el resto de las actividades que tenemos la suerte de tener en la Parroquia, nunca sabemos, Dios nos puede dar la respuesta en cualquier momento.
Auto-evaluación (preparar una copia para cada uno)
- ¿Tengo una gran confianza en Dios?
- ¿Me despierto a la mañana con el deseo de conocer y comprender la voluntad de Dios para mi y para todos?
- ¿Deseo compartir y sostener mi fe con otros y darles a conocer a Dios?
- ¿Los pecados en los que antes me solía deleitar ahora me causan dolor?
- ¿Quiero reparar los pecados que cometí?
- ¿Deseo mi propia santidad?
- ¿Los pecados que solía ignorar o incluso aprobar en mis amigos y familiares ahora me traen tristeza y preocupación para su salvación?
- ¿Busco la Palabra de Dios como mi fuente de fe y conocimiento de Dios?
- ¿Deseo escuchar y/o leer la Biblia más que hace un tiempo?
- ¿Las Escrituras estuvieron influyendo en mi de manera que amo más a Dios que antes?
- ¿Busco entender con humildad las enseñanzas de las Escrituras con la ayuda de los santos?
- ¿Soy agradecido a la Iglesia Católica por la fe que me transmitió?
- ¿Busco alimentar y sostener mi fe con lo que enseña la Iglesia Católica?
- ¿Los domingos estuve yendo celebrar con la Iglesia la fe que ella me transmitió?
- ¿Estoy creciendo en las obras que caracterizan a alguien que es fiel a sus promesas de Bautismo?
- ¿Veo humildad, mansedumbre, paciencia, y otras virtudes de Jesús en mí mismo?
- ¿Mis amigos y familiares ven en mi una persona que testimonia su fe?
Medí tu nivel de fe
- 1 a 3 respuestas positivas: Tu fe es moribunda. Recuerda que en tu estado no puedes sólo, déjate sostener por alguien de la Iglesia que esté firme en la fe.
- 4 a 7 respuestas positivas: Tu fe es muy débil. Ora al Señor que reavive tu fe y no desprecies más las advertencias que el Espíritu Santo viene haciéndote para apartarte de la tibieza.
- 8 a 11 respuestas positivas: Tu fe es tibia. Tienes que estar mucho más a la búsqueda a la voluntad de Dios, meditando el Evangelio y el resto de las Escrituras.
- 12 a 14 respuestas positivas: Tu fe es viva pero no te confíes, tienes todavía que dejarte transformar mucho por Dios para afianzarla. Prepárate para vencer las tentaciones, meditando el camino de fe de los santos.
- 15 a 17 respuestas positivas: Tu fe es bien viva pero aún no has llegado al final ¡Ora para perseverar en las crisis, las oscuridades, las dificultades y los problemas!
Es importante que a esta altura, vos catequista te asegures que absolutamente todos los chicos se saben el Credo. Si ves que no es así, comiencen a decirlo en todas las reuniones hasta el fin de esta Etapa 2, para que por la repetición vayan memorizándolo.
Para hacer más llevadera su repetición, imprimí la siguiente versión y dividí el grupo en dos mitades. Que una mitad diga las partes que tienen el número 1 adelante y la otra las partes con el número 2.
1. Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
2. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
1. que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
2. padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado,
1. descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
2. subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
1. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
2. Creo en el Espíritu Santo
1. La santa Iglesia católica, la comunión de los santos,
2. el perdón de los pecados,
1. la resurrección de la carne
2. y la vida eterna. Amén.
-Terminá invitando a que cada uno retome la hojita de la dinámica inicial y que elija una de las palabras que escribió, debe ser la palabra que mejor represente lo que necesita para que su fe se mantenga firme en este momento. A medida que cada uno vaya pronunciando en voz alta la palabra elegida, vayan orando diciendo "Te lo pedimos, Señor".
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