22 La Eucaristía
Ficha nº 22
LA EUCARISTÍA
Fecha estimada: Ver calendario
Dinámica: La Vasija
Materiales: copias del dibujo de una vasija grande para cada chico.
Desarrollo:
(1) Vos catequista harás una breve explicación de lo que es la Adoración al Santísimo Sacramento. Es preciso que les recuerdes que cuando se expone a Jesús Eucaristía deben ponerse de rodillas como gesto de adoración para recibirlo a Jesús. Luego pueden ponerse en una posición que les resulte cómoda y donde puedan tenerlo a Jesús Eucaristía bien a la vista. Si no saben qué decirle a Jesús, que permanezcan en silencio mirándolo, contemplándolo y que dejen que Él les hable.
(2) Llevalos a la capilla, frente al Sagrario. Pedile al sacerdote, al diácono o a un ministro que exponga el Santísimo.
(3) Cuando se saque al Santísimo del sagrario, pasá la canción "Cuando estás en el altar" (Athenas).
(4) Proclamá las lecturas: Jn 2, 1-12 y Mt 26, 26-29. Destacá lo siguiente:
(a) El primer milagro que hizo Jesús fue en las bodas de Caná (Jn 2,1-12), transformó el agua de las vasijas en vino. En la Última Cena (Mt 26,26-29) hizo algo superior, transformó el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Jesús usa como especies cosas materiales y del mundo, y las transforma. En el caso del pan y del vino, las transforma en Él mismo. Esto es muy importante, porque si nosotros queremos ser transformados por la Eucaristía, nos tenemos que ofrecer junto a Jesús.
(b) De eso se trata esta dinámica, de ofrecerle a Jesús nuestras vidas, todo lo que tenemos, todo lo que somos, todo lo que nos rodea, para que las transforme, las haga más parecidas a Él, para que las alimente con su propio ser.
(5) Decí a los chicos algo como lo siguiente: "Aquí, en frente de Jesús, mientras escuchamos la canción, vamos a pedirle que nos transforme y le vamos a ofrecer todas aquellas cosas que deseemos que Jesús transforme, purifique y ‘cristifique’, todo lo que se les ocurra". Mientras hacen eso, pasáles la canción "Esto que soy, esto te doy".
(6) Decíles algo como: "Vamos a ofrecerle a Jesús todo lo que hayamos pensado y queremos que sea transformado por su poder divino en algo superior." Y vos catequista irás diciendo algunas cosas como por ejemplo: “nuestra poca fe”; “nuestro débil amor”; “nuestra sed de justicia”; “las personas que no saben amar de verdad”; “la Iglesia”; “nuestras familias”; “nuestro carácter”; “nuestros afectos”; “este grupo”; “nuestros amigos”; etc.
(a) Conseguí una vasija real, ponéla al lado de Jesús Eucaristía.
(b) Entregá a los chicos una hoja con el dibujo de la vasija. En la parte de arriba debe estar escrito "Te ofrezco, Señor..." y en la parte de abajo "...para que lo transformes".
(c) Explicáles que para que Jesús obre, tenemos que llenar esas vasijas con algo. Se lo tenemos que ofrecer.
(d) En forma individual que cada uno escriba las cosas que le ofrece a Jesús para que transforme, como se transforma él mismo en la Eucaristía y como transformó el agua en vino en las bodas de Caná. Que cada uno escriba una oración personal ofreciéndole lo que sea.
(e) Pasá la canción "Padre me pongo en tus manos", después cada uno puede ir pasando con su vasija y ofrecer en voz alta las ofrendas de cada uno y por qué ofrecen esas cosas a Jesús.
(7) Mientras se guarda el Santísimo en el sagrario, pasar la canción "Te alabo en verdad".
La presencia de Cristo en la Eucaristía
(a) Es esencial que los chicos tengan algún conocimiento acerca de la
Eucaristía. Por eso es conveniente que después de esta dinámica hables
sobre la Eucaristía y la "transubstanciación" de las especies vino y
pan, en Cuerpo y Sangre de Cristo: Estudiá del CIC 1374-1380.
(b)
Transformación no es cambiar totalmente, sino que con la ayuda de
Cristo esas cosas pueden ser mejores, pueden ser “Cristificadas”. Ante
el mal, Jesús lo transforma en bien. Ante la debilidad, Jesús la
transforma en fortaleza. Ante el vicio, Jesús lo transforma en virtud.
Ante el pecado, Jesús lo transforma en pureza. Jesús transforma la
injusticia en justicia y amor. Transforma la esclavitud en libertad, la
lucha en paz, la incredulidad en fe, la mentira en verdad, la soberbia
en humildad y honestidad, el rencor en perdón, etc. etc. Sólo hace falta
que se lo ofrezcamos.
El objetivo de pasar el siguiente video (8m 12s) sobre el Milagro Eucarístico es comenzar a hablar de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.
Pasá el siguiente PowerPoint o crea unos afiches para explicar los puntos de más abajo.
- "En el benéfico sacramento de la santa Eucaristía, después de la consagración del pan y del vino, se contiene bajo la apariencia de estas cosas sensibles, verdadera, real y substancialmente Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre". Por lo tanto, nuestro Salvador está presente según su humanidad, no sólo a la derecha del Padre, según el modo natural de existir, sino al mismo tiempo también en el sacramento de la Eucaristía "con un modo de existir que si bien apenas podemos expresar con las palabras podemos, sin embargo, alcanzar con la razón ilustrada por la fe y debemos creer muy firmemente que para Dios es posible". (Estudiá Papa San Pablo VI, MF 5 y Decreto sobre el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, Cap. I)
- En la liturgia de la Misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo" - CIC 1378 (Estudiá Papa San Pablo VI, MF 7).
- El sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento. CIC 1379
- La Iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. - CIC 2691
¿Para que fines ofrecemos a Dios la Santa misa?
1. Para alabarlo
En la Misa "toda la creación amada por Dios es presentada al Padre a través de la muerte y resurrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de alabanza en acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho de bueno, de bello y de justo en la creación y en la humanidad." (CIC 1359)
2. Para darle gracias
La Misa "es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. La palabra Eucaristía significa, ante todo, acción de gracias." (CIC 1360)
3. Para ofrecer el sacrificio de Cristo en la Cruz
Por ser memorial de la Pascua de Cristo, la Misa es también un sacrificio. El carácter sacrificial de la Misa se manifiesta en las palabras mismas de la institución: "Esto es mi Cuerpo que será entregado por ustedes" y "Éste cáliz es la nueva Alianza en mi sangre, que será derramada por ustedes" (Lc 22,19-20). En la Misa, Cristo da el mismo cuerpo que por nosotros entregó en la cruz, y la sangre misma que "derramó por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26,28). (CIC 1365)
La Misa es, pues, un sacrificio porque hace presente el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y aplica su fruto (ver Doctrina sobre Sacrificio de la Misa, cap. I). (CIC 1366)
El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Misa son, pues, un único sacrificio (ver Doctrina sobre Sacrificio de la Misa, cap. II). (CIC 1367)
4. Para interceder por vivos y difuntos
En la Misa la Iglesia se une a la intercesión de Cristo ante el Padre por todos los hombres. En la Misa, el sacrificio de Cristo se hace también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo presente sobre el altar da a todas alas generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda.
En las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres. (CIC 1368)
Toda la Iglesia se une a la ofrenda y a la intercesión de Cristo. Encargado del ministerio de Pedro en la Iglesia, el Papa es asociado a toda celebración de la Misa en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal. El obispo del lugar es siempre responsable de la Misa, incluso cuando es presidida por un sacerdote; el nombre del obispo se pronuncia en ella para significar su presidencia de la Iglesia particular en medio del presbiterio y con la asistencia de los diáconos. La comunidad intercede también por todos los ministros que, por ella y con ella, ofrecen el Sacrificio de la Misa (ver PO 2). (CIC 1369)
A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino también los que están ya en la gloria del cielo: La Iglesia ofrece el Sacrificio de la Misa en comunión con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella, así como de todos los santos y santas. En la Misa, la Iglesia, con María, está como al pie de la cruz, unida a la ofrenda y a la intercesión de Cristo. (CIC 1370)
El Sacrificio de la Misa es también ofrecido por los fieles difuntos "que han muerto en Cristo y todavía no están plenamente purificados" (Doctrina sobre Sacrificio de la Misa, cap. II), para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo (ver San Cirilo de Jerusalén, Catequesis mistagógica V, 9-10). (CIC 1371)
Oración final frente al sagrario
Preparar:
- un cartel cerca del sagrario con la cita: "Vengan a mi" (Mt 11,28).
- una copia para cada chico de las siguientes oraciones.
Guía: "Todas estas invitaciones urgentes se pueden escuchar desde la Eucaristía. “Vengan todos a mí - dice de nuevo el Salvador - sobre todo ustedes que sufren y que tienen dolor, y yo los reconfortaré” (cf. Mt 11, 28). Esto se extiende a toda asistencia divina, pero también a la Eucaristía. Vayamos al pan de vida. Vayamos a recibirlo espiritualmente y sobre todo sacramentalmente. Él nos fortalecerá. Él desarrollará en nosotros la vida divina, la vida espiritual, la vida de Jesús, el espíritu de Jesús, sus virtudes, sus sentimientos, sus disposiciones y sus obras." (Padre Dehon, ASC 9/126).
Todos:
Acción de gracias por la institución de la Santísima Eucaristía
Ahí en la Eucaristía es donde ha quedado tu inmensa caridad, mi tan amado Jesús. De tu carne y de tu tan preciosa Sangre, me has preparado una mesa divina para entregarte por entero a mi. ¿Qué te empuja a tal acto de amor? Ciertamente, nada más que tu Corazón, lleno al máximo de amor.
Corazón adorable de mi Jesús, horno ardiente del divino amor, recibe mi alma en tu llaga más sagrada, para que en esta escuela de caridad aprenda a amar a aquel Dios que me da pruebas tan maravillosas de su amor. Amén.
Ya voy hacia Ti
Todos: Ya voy hacia Ti, a quien he amado, a quien he creído, a quien he preferido.
Guía: Tú eres la alegría desbordante de mi espíritu, tú la alabanza de mi corazón y de mi boca, Jesús mío: te seguiré a donde vayas. Cuando hayas conquistado mi corazón y lo hayas poseído, nunca más podrás serme arrebatado.
Todos: Ya voy hacia Ti, a quien he amado, a quien he creído, a quien he preferido.
Guía: Amado mío te estrecho contra mi corazón en el abrazo inseparable del amor, oh Jesús mío. Y al estrecharte, te retengo con todo el amor de mi corazón; e incluso si me bendijeras mil veces, nunca te dejaré marchar.
Todos: Ya voy hacia Ti, a quien he amado, a quien he creído, a quien he preferido.
Guía: Que toda la omnipotencia y la virtud de tu divinidad te alaben por mí; que toda la amistad y la ternura de tu humanidad te satisfagan por mí; que toda la magnificencia y la majestad imperial de la Trinidad te glorifiquen, te ensalcen y te honren a ti, en ti, por mí, con esa alabanza suprema por la cual tu sólo te satisfaces a ti mismo, y, supliendo las carencias de todas las criaturas, les das en ti su cumplimiento.
Todos: Amén.
(Santa Gertrudis)
La Eucaristía es la comunión con Cristo en el acto mismo de su sacrificio, donde, efectivamente, los jóvenes que creen encuentran el Pan de vida como «avío» para enfrentar y superar los obstáculos de su peregrinar en la tierra.
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